¿Quién diría que aquella niña hablaba en serio? Parecía convencida pero todavía le faltaba un golpe de realidad. Nadie se atrevía a contradecir sus sueños. Escuchaban atentos y sonreían. Ella sabía que aun quedaba camino por andar. No conocía muy bien el límite de su terquedad ni sabía que significaba la perseverancia. Pero de algo estaba segura: quería intentarlo. 

Algunos llegaron a escuchar mis cuentos cortos. Historias llenas de muletillas y reducido vocabulario. Palabras escritas en cursiva y lápiz intentaban delatar imaginación. Un cuaderno de tapa rosa era el de mis historias. Sabía que algún día serían publicadas. ¿Cómo? no tenía idea. 

Con el correr del tiempo tomó algo de forma. Pensé en los colores naranja y blanco como distintivos, escribí bastante contenido. Hasta creé su nombre: «había un-a-vez…-truz». Sí, un juego de palabras que hacía referencia a la única forma con la que sabía comenzar mis historias. Los días pasaron y la adolescencia llegó. Junto a ella inseguridades, cuestionamientos, preguntas existenciales y otras prioridades. 

La escritura y mis historias pasaron a un segundo plano aunque nunca desaparecieron. Cuando los problemas llegaban, las amistades acababan o el amor asomaba, siempre mi mejor confidente era el papel. Así fue como poco a poco comencé a publicar pensamientos en Instagram. No era un blog pero sentía que si a mi me hacía bien decirlo, a alguien le podía hacer bien leerlo. 

Fotos y palabras transformaron mi feed. Cada post con la excusa de compartir una historia, una reflexión, una molestia, un cuestionamiento. Para mi sorpresa, han sido muchos los que a lo largo de estos años, apoyaron mis palabras. Un comentario, un like, un mensaje por privado. Gratitud por decir lo que otros callaban o no sabían explicar. Un impulso a seguir compartiendo sin importar lo que pasara.

Con eso volvieron mis ganas de un blog. Ya no como la niña escritora que contaría historias de princesas en la ciudad, sino como quien acepta el desafío de hablar aunque cueste. De decir lo que piensa aunque duele. Una joven dispuesta a hablar por otros y sacar temas necesarios de charlar. 

Podcast Natural, un «blog auditivo». Un Podcast que a mí me hubiese gustado encontrar en Spotify, YouTube u otra plataforma. Un recordatorio de que ser distinto no es esforzarse por «hacer» sino ser uno mismo. Ser Natural.

Hoy ha llegado el día de abrir un nuevo capítulo. Un nuevo espacio de Natural: Blog Natural. Sin límite de caracteres y sin un patron a seguir. Sin hashtags ni fotos que ameritan likes. Te doy la bienvenida a un blog que será variado. Tendrá historias reales y otras inventadas. Reflexiones y quejas. Algunos días de alegría y otros de tristeza. Así es la vida. Trataré de ser natural y compartir así con vos. 

Espero te sientas cómod@ y con total libertad de dejar comentarios al final de cada post. Será un honor compartir, junto a mis invitados,  palabras de aliento con vos.

Nos leemos en el próximo post. 

Bye

🙂